Mujer nido.
Cuando
se despertó miró hacia abajo y por primera vez en su vida pudo
comprobar que tenía patas de pájaro. Unas patas fuertes y robustas
diseñadas para correr. Con ellas se dirigió hasta la laguna más cercana.
Se asomó tímidamente al agua y observó que tenía plumas y alas, de un
color pardo, rayado de negro en la parte superior y blancuzco con
sutiles listas oscuras en la parte inferior. Su cabeza era grande y
redondeada, con un pico ancho y fuerte y unos llamativos ojos de color
amarillo intenso. Hasta ese día no había tenido tiempo de mirarse. Se
había pasado la vida intentando ser simplemente un buen ave para los
demás. Caminando de un lado a otro, preocupado sólo por la necesidad de
buscar alimento. Como mirarse era nuevo para él, continuó ahí, delante
del agua contemplándose un buen rato y dedujo que había infrautilizado
su cuerpo y sus capacidades. Con esas patas y esas alas podría hacer
muchas cosas. Con ellas podría salir a recorrer el mundo pero hasta
ahora no había mirado hacia abajo más que para atrapar algún insecto.
Sus ojos jamás habían traspasado las fronteras de su cuerpo. De repente
decidió replantearse su forma de vivir ... ... se atrevería a hacer lo
que siempre quiso, eso que guardaba muy dentro y que tuvo que esconder
para no sentirse excluido. Para que los demás no pensaran que era
diferente. Decidió ser el mismo porque dedujo que ... ... HICIERA LO QUE
HICIERA CON SU VIDA SIEMPRE HABRÍA ALGUIEN QUE QUEDARÍA DEFRAUDADO.
(T.Aguilar).