lunes, 28 de enero de 2013

TÚ ERES LUEGO YO SOY 



Vivimos en tiempos de ansiedad: el miedo, la inseguridad y la desconfianza dominan nuestras vidas. Esto sucede porque hemos perdido el camino de esa profunda relación con el Otro, y nuestro sentido de pertenencia a un lugar y a una comunidad.
En la era de la modernidad y el materialismo, los valores del pensamiento relacional han sido barridos y se respetan las actitudes agresivas.
Para remediar la situación necesitamos regresar a la noción de interdependencia. Toda la existencia es un proceso participativo. Nada se puede entender sin su contexto y su relación con las demás cosas.
Ninguna persona es una isla. Hasta un isla es una isla en relación al agua que la rodea.
Todos damos y recibimos. Esto nos lleva a cuidar unos de otros, y a nutrir la Tierra, porque en última instancia no hay distinción entre la Tierra y nosotros.

Hoy por hoy dominan el conflicto y la lucha. El once de septiembre de 2001 fué un claro ejemplo del mundo en lucha consigo mismo.
Es fácil condenar a los terroristas. No tiene justificación matar a un montón de gente para atentar contra unos pocos. También es fácil predicar la paz a los terroristas, pero esta condena y sermoneo no van a ser efectivas si las naciones fuertes, poderosas y ricas no comienzan a practicar los principios no-dualistas de la paz y la no-violencia.

Necesitamos movernos desde la motivación del interés personal hacia el reconocimiento del interés común. Necesitamos compartir toda nuestra ayuda y nuestro amor.

Tras las múltiples crisis medioambientales, estamos redescubriendo la antigua sabiduría de que dependemos el uno del otro, y también de la naturaleza. Dependemos de la Tierra.

Podemos seguir viviendo bajo la ilusión del crecimiento económico perpetuo. Podemos tomar el camino hacia la ruina o dar la vuelta hacia la ecología: el camino de los valores, de la ética y la estética, el camino del amor y la reverencia por la naturaleza, el camino de la ciencia participativa.

Para sobrevivir y llevar una buena vida necesitamos humildad.