Vivimos en tiempos de ansiedad: el
miedo, la inseguridad y la desconfianza dominan nuestras vidas. Esto sucede
porque hemos perdido el camino de esa profunda relación con el Otro, y nuestro
sentido de pertenencia a un lugar y a una comunidad.
En la era de la modernidad y el materialismo, los
valores del pensamiento relacional han sido barridos y se respetan las
actitudes agresivas.
Para remediar la situación necesitamos regresar a
la noción de interdependencia. Toda la existencia es un proceso participativo.
Nada se puede entender sin su contexto y su relación con las demás cosas.
Ninguna persona es una isla. Hasta un isla es una
isla en relación al agua que la rodea.
Todos damos y recibimos. Esto nos lleva a cuidar
unos de otros, y a nutrir la
Tierra, porque en última instancia no hay distinción entre la Tierra y nosotros.
Hoy por hoy dominan el conflicto y la lucha. El
once de septiembre de 2001 fué un claro ejemplo del mundo en lucha consigo
mismo.
Es fácil condenar a los terroristas. No tiene
justificación matar a un montón de gente para atentar contra unos pocos.
También es fácil predicar la paz a los terroristas, pero esta condena y
sermoneo no van a ser efectivas si las naciones fuertes, poderosas y ricas no
comienzan a practicar los principios no-dualistas de la paz y la no-violencia.
Necesitamos movernos desde la motivación del
interés personal hacia el reconocimiento del interés común. Necesitamos
compartir toda nuestra ayuda y nuestro amor.
Tras las múltiples crisis medioambientales, estamos
redescubriendo la antigua sabiduría de que dependemos el uno del otro, y
también de la naturaleza. Dependemos de la Tierra.
Podemos seguir viviendo bajo la ilusión del crecimiento económico perpetuo. Podemos tomar el camino hacia la ruina o dar la vuelta hacia la ecología: el camino de los valores, de la ética y la estética, el camino del amor y la reverencia por la naturaleza, el camino de la ciencia participativa.
Podemos seguir viviendo bajo la ilusión del crecimiento económico perpetuo. Podemos tomar el camino hacia la ruina o dar la vuelta hacia la ecología: el camino de los valores, de la ética y la estética, el camino del amor y la reverencia por la naturaleza, el camino de la ciencia participativa.
Para sobrevivir y llevar una buena vida necesitamos
humildad.