sábado, 25 de julio de 2009

Caminando.


Siempre fuí una persona que tuvo algunos miedos pero jamás le tuve miedo a la oscuridad. Desde niña mi familia tuvo una casa en el campo. Allí ibamos los fines de semana y pasábamos grandes temporadas. La oscuridad del campo es totalmente diferente a cualquier otra, sobre todo si no hay luna ni estrellas. De pequeña me enfrenté con ella muchas veces. Me paseaba sola por ese camino que tantas veces he andado de día y que tan diferente se hace cuando cae la noche y todos los humanos duermen. Entonces se despiertan otros seres. Cualquier ruido, cualquier pequeño sonido lo puedes convertir en otra cosa. Me apasionaba caminar en silencio para poder escuchar mejor a todos los habitantes de la noche. Caminaba .... .... uno, dos, tres pasos .... .... uno,dos, tres pasos .... ....uno, dos, tres pasos ... ... hasta llegar a esa vieja encina centenaria que conozco desde hace tiempo y que también conoció mi abuelo y mi bisabuelo ...-enmedio de los cuatro caminos-. Una vez allí elegía el que llevababa al pueblo y luego volvía a casa. Todavía paseo por él muchas veces pero ya no es el mismo, ha cambiado y ahora lo transitan otros que como yo buscan apartarse por unas horas del resto. Ya no es sólo mi camino. Ya no tiene esas piedras gastadas por el paso de los carros y las bestias y los hombres. Ahora, por él, pueden pasar coches así que definitivamente dejó de ser mi camino para siempre. Tendré que buscar otro. Yo lo quería a él. Lo echaré de menos pero me quedaré con el recuerdo de aquel camino al que me enfrenté durante tantos años porque a veces los caminos al igual que las personas cambian tanto que se vuelven irreconocibles. Se convierten en extraños. Ahora dentro de él me perdería... ... (T.Aguilar).