
Traspasar la ética del bien o del mal, según se mire, puede ser uno de los vehículos cósmicos para poder comenzar un viaje hacia lo desconocido, emigrar desde nuestra caverna hacia el nosotros, otra realidad que se aleja de los límites y nos acerca a los miedos, a veces camuflados en supuestas obligaciones que todo ser humano puede engendrar en su interior.
Las consecuencias de nuestros actos ya sean acertados o no siempre serán constructivos con el paso del tiempo, aprendiendo que el miedo al ridículo o al fracaso serán piezas claves para la propia desinhibición de nuestro yo más profundo, alejándonos de esta forma del reconocimiento social y del éxito, huyendo así de estar a merced del otro, donde lo más probable será caer en una fácil manipulación flotando en una atmósfera de estrés y ansiedad continua, sin poder disfrutar de un paisaje o de una puesta de sol. El otro deja de ser nuestro espejo para convertirse en el blanco de nuestras iras.
De esta manera creo que podemos acercarnos al mismo tiempo a la conexión con nuestro interior, sintiendo cierto equilibrio con la soledad que antes te rodeaba, conociendo un aislamiento que al ser éste, ahora voluntario, se convierte en el mejor de los acompañantes, lo que es un farero al faro o un pastor a su rebaño.
Comprobé y luego leí que ir a contracorriente te permite ver los pequeños detalles, dejas de ser un bicho raro para encontrar afinidad y confianza en ti, sintiendo y posteriormente comprendiendo que con una sola persona puedes compartir lo que antes compartías con mil, fundiendo el personaje con la persona, las posibilidades se multiplican. Hay cosas que deben quedarse en el aire, para que cada uno construya sus propios castillos de arena o alinee sus propios aviones, su fundamento se basará en el autoconocimiento y en la proyección hacia los demás, lo que provenga de ellos no es problema nuestro. Todo nace dentro, pero no en la mente.
Respirar es necesario y con el esfuerzo ahora de tu imaginación podrás cambiar la realidad. El mundo gira y la vida sigue, no te queda más remedio que aceptar todo dolor para aportar y sustraer de lo prohibido tu propia aceptación y creación del presente; transformándonos en moléculas de polvo y palpando ahora todo de un modo más efímero, al fin y al cabo estamos de paso, ni el universo es nuestro ni somos el centro del mismo. Hay vida antes de la muerte.
En cualquier tipo de amor la distancia no la hacen los kilómetros y de repente todo lo que estaba separado comienza a unirse.
Perder la memoria si lo miras desde varias perspectivas puede ser un gran invento y una gran herencia para poder transformar todo pasado y todo sufrimiento.( Algunas partes de un texto escrito por Lorenzo Rodrigo Ortiz).