jueves, 15 de diciembre de 2011

RÍO: FORMAS DE USO.



Si un día te encuentras con un río y no sabes qué hacer
con él, o ni siquiera te planteas que haya que hacer
algo, sino que el río está ahí cortándote el camino y oír
su sonido ya es bastante y lo contemplas, maldices o
idolatras; o lo ves pasar y punto sin pensar, digamos, por
ejemplo, en descalzarte -que es invierno- para mojarte
un dedo, y aún menos consigues beber agua, buscar
ranas, meter un palo largo para ver cómo dobla su
camino, retrocede ...
... entonces, sólo entonces, ya no eres un niño y estarás
preparado para leer un poema (sabiendo como sabes
que la poesía nunca cambiará el mundo).

Si un segundo día vuelves y te encuentras con ese
mismo río y te descalzas, y el agua está fría y con la
rama dibujas en la orilla palabras como "agua" "río"
"niño", y eliges una piedra y la lanzas bien fuerte y miras
cómo el agua va dejando estas huellas, regresando a su
dueño, la piedra, de una manera más sentimental ...
-entonces, sólo entonces, ya no eres un hombre, sino
un niño, y estarás preparado para escribir un poema
(sabiendo como sabes que la poesía nunca cambiará el
mundo).

Si un tercer día vuelves al río y te descalzas y lanzas
una piedra y no bastan sus huellas, sino que sigues su
curso en el vientre del agua, cómo rompe profundos su
presencia de pájaro, como un vuelo invertido; como un
surco, y de a poco descubres cómo deja en el lecho su
soporte desnudo, su trocito de puente, su amor sobre
amor que bien podría cambiar el curso de las aguas al
poco que se sumen otras piedras ...
-entonces, sólo entonces, ya no eres el niño ni
tampoco ese hombre (sabiendo como sabes que la
poesía no podrá cambiar el mundo).

Entonces eres el río. (Pedro Caldas).