Otra historia de verano.
Un pequeño insecto voló hacia mí. Venía sediento y cuando se hubo bebido toda el agua de mis piernas me susurró al oído ... ...
El músico rana me animó a que viniera. Para llegar he cruzado océanos, inmensos campos, he sobrevolado ciudades y pueblos, contemplado amaneceres y puestas de sol en toda la gama de los rojos, azules y naranjas.
He descansado sobre las ramas de los árboles, dormido con el canto de los grillos y despertado con el de las cigarras. Me acostumbré a los sonidos.
Ahora me doy cuenta que no fué tan importante el llegar como todo el trayecto.
- ¿Por qué? - pregunté yo.
- Porque aprendí. (T. Aguilar).