
Vivimos en un mundo en que el poder más terrible es el ruido. El silencio es el lujo más caro. Vivimos en la era de los ruidos. Así que pretender encontrar un momento de silencio es prácticamente imposible, especialmente en las grandes ciudades donde, además del furor del tráfico, el infernal flagelo de las inoportunas obras públicas, de los ladridos de los perros, y del hecho de estar amontonados como ganado y perturbados por el exceso de incomodidad, convierte el silencio en utopía. Sin embargo, dado que el silencio es tan necesario como respirar, instintivamente lo buscamos y, en ciertas ocasiones, la búsqueda se transforma en ensimismamiento: estado de absorción calmado y silencioso que el alma necesita para tener un mínimo de paz.
No abras los labios si no estas seguro de que lo que vas a decir es más hermoso que el silencio. El silencio infinito contiene dinamismo infinito. Practique el silencio y adquirirá conocimiento silencioso.