jueves, 17 de marzo de 2011

Figuras femeninas.





Primero eliges un fondo neutro, tal que una ciudad cualquiera de un viejo país ineficiente que acaso te vió nacer. A continuación, dispones los elementos sobre la mesa: un oficio, una familia, una casa, un coche. Cosa de coser y cantar, de cortar y pegar. Piensas: la vida, ese collage: todo es más sencillo de lo que creías. Y nada, pero nada, va a cambiar tu mundo así creado...

De pronto, de la ventana entreabierta llega una suave brisa que imperceptiblemente altera los elementos tan cuidadosamente elegidos, e introduce algunos nuevos: el dolor, la música, el paso del tiempo, la variedad interminable, lo que el mundo te tenía reservado. Delante de tus ojos una nueva obra se despliega. Vuelves a empezar: colocas, recolocas, cortas y recortas, quitas y pegas. Pero ya nada recuerda la disposición inicial. El mundo, tu mundo, ha cambiado.

Sólo lo frágil permanece, piensas.

Y ya de nuevo la vida, esa ficción, aguarda una voz para que la cuente, y unos oídos atentos para ser contada... (Alfonso Brezmes).